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domingo, 6 de marzo de 2016

Tú eres ciencia.

Dicen los expertos que el mundo no se ha parado ni un momento, pero tú me miraste por primera vez un día 22 y se paró el reloj de la Puerta del Sol. Era una noche de enero cuando nos encontramos y aquel descubrimiento lo estudiarán los niños en los libros de Historia del futuro. Me besaste tan bonito que la NASA dejó de buscar vida en Marte para centrarse en nuestra felicidad. Ya nadie estudiaba las huellas de la luna y sólo quedabas tú haciendo ciencia en mis lunares. Que qué más daba si todo se acababa mientras hubiéramos cumplido con la misión de querernos hasta que nos reventaran las comisuras. Nos importó un carajo el agua en otros planetas si a cambio no volvían a negarnos la humedad de nuestras bocas. Que le jodan al invierno, me dijiste, e hiciste del mes de enero un paseo por la playa. Que sí, que el mundo está lleno de problemas graves que llenan de oscuridad cualquier ciudad, pero que tú me miraste un día 22 y se hizo justicia en nuestras vidas. Nadie le regala semejante espectáculo de fuegos artificiales a una persona con la que sólo quiere pasar el rato, yo a ti te gusté para toda una vida y eso aun se ve en la pólvora que desprende tu mirada. Y que quizá fui una egoísta cuando cedí a tus encantos, pero a veces hay que autoconcederse privilegios, y conocerte fue el premio gordo de la lotería de Navidad. Un premio mal invertido que malgastamos en apenas meses, pero es que a mí no me salen las cuentas de la felicidad a largo plazo.

Que nadie sabe más de guerras que aquel que se ha enamorado de verdad y, sin embargo, no hay mayor acuerdo de paz que la cama de dos amantes.
Tú me miraste un día 22 y las ecuaciones dejaron de ser exactas para dar como único resultado una casualidad entre ambos.


Imagen de la película: Tengo ganas de ti.



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