Léeme:

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martes, 28 de marzo de 2017

Que seas tú, que vivas.

Que no te impongan la felicidad, ni mucho menos la tristeza. Que no te digan que tus sueños son pequeños, o quizá, demasiado grandes. Que no juzguen de quien te enamoras. Que jamás olvides que el amor es libre. Que no te venzan las decepciones. Que no te falles a ti mismo. . Que incluso si lo haces, te perdones. Que no te peguen una etiqueta social que no dice nada de ti mismo. Que no te nieguen el derecho a equivocarte, a arrepentirte, a pedir perdón. Que no olvides que ningún tiempo pasado es mejor que el presente. Que tengas en cuenta que nadie sabe cuánto dura el inmenso privilegio de estar vivo. Que lo aproveches cada segundo. Que des las gracias, pero que jamás te quedes con alguien simplemente por agradecimiento. Que llores un par de horas, un par de días o un par de meses. Que llores cuanto necesites, y si puede ser, mejor de alegría. Que no reniegues ni mutiles tu propia pena. Que la dejes salir para que florezca y no se enquiste. Que te enamores mucho, como se enamoran los locos, pero que mantengas siempre la cordura de no olvidarte de quererte a ti mismo. Que grites libertad, que hables de paz, que prediques la alegría. Que te tachen de feliz, de idealista, de optimista, de utópica. Que te abracen mucho, muy fuerte, hasta que te exploten los miedos que guardas en las costuras de tu piel. Que te cosan las heridas con besos. Que bailes y descubras la pasión en un tango, la conquista en una bachata, el desamor en el tema de un cantautor. Que la música siempre te acompañe porque es melodía para la vida. Que te plantees todo cuanto crees saber y te estrelles contra tus propios prejuicios, hasta descubrir que crecer es plantearse constantemente las dudas y descubrirse a uno mismo.
Que lo vivas todo, lo bueno y lo malo, los fracasos y el éxito.
Que jamás dejes de intentarlo.

Que vivas y que te sientas vivo.


martes, 21 de marzo de 2017

Miedo.

He acariciado la felicidad de quien ve hacerse realidad sus sueños. Y he afrontado el miedo de echarlo todo a perder por una decisión precipitada. Así de incoherente es la razón; te tiras años y años esperando algo, luchando por ello con esfuerzo, y cuando por fin lo consigues te tiemblan las piernas por la incertidumbre de perderlo.



domingo, 12 de marzo de 2017

Hermanos.

Hermano:

Colgaría un lazo con tu nombre en cada una de las letras con las que se escribe la palabra gracias. Derramaría mi alegría sobre un papel en blanco para que jamás te sintieras vacío de arte. Inventaría formas nuevas de demostrarte mi amor a través de cosquillas o besos en la frente. Robaría un barco para pasearte por mar abierto, y que supieras que hasta los delfines esperan tu risa. Dibujaría la habitación en la que crecimos tantas veces como hiciera falta si alguna vez te falla la memoria. Defendería con mi vida tu vida, porque sé, que sin ti, yo sólo sería muerte. Suplicaría a mis cantantes favoritos que inventaran la canción definitiva para hacerte saber lo mucho que me alimentan tus abrazos. Colocaría mi zapatilla debajo del árbol de Navidad eternamente sólo por ver tu cara de ilusión la mañana del día de Reyes. Inventaría juegos nuevos para que no te aburras jamás de compartir momentos conmigo. Llamaría a todas las cadenas de televisión para que emitieran nuestros dibujos favoritos los domingos por la mañana. Mataría monstruos, fantasmas y traumas por ti, sin remordimiento alguno. Haría todo eso, haría mucho más, lo haría todo hasta agotarme, para descansar después en tu regazo.

Porque tú has sido el faro que guía al marinero, la pancarta de bienvenida en la terminal de un aeropuerto, la película rebelde de mi infancia, el olor indescriptible al abrir la puerta de casa, la cama compartida repleta de confidencias, y el peluche lleno de lágrimas y sueños que me acompaña desde niña. Tú eres mucho más que sangre, más que familia, más que amistad. Eres mi igual y por eso te quiero tanto, hermano.

                                     

miércoles, 8 de marzo de 2017

Día Internacional de la Mujer.

A la que ama su condición de mujer,
a toda aquella persona que se siente mujer,
a los que respetan sin excepción a todas las personas,
a los que apuestan por una educación en igualdad.

A la del pelo rubio, moreno, rojo, verde o azul, a las que se enamoran sin importar los colores, y han aprendido a amarse a sí mismas. A la de la falda corta o larga, a la que lleva siempre los pantalones de su vida, a la que se pinta todos los días los labios rojos de pasión y a la que jamás se maquilla, simplemente, porque no le da la gana. A la que lleva por bandera la igualdad y la defiende en cada acto y cada acción, también en las cotidianas, también en la expresión de las palabras que puedan ayudar a otras. A las que son madres y a las que no lo serán jamás, a las que valoran, escogen y deciden su propio futuro sin presiones sociales, laborales o sentimentales. A las que lloran y gritan, se enrabietan y se quejan, a las que identifican los problemas y buscan la solución. A las que asumen que la propia definición de humano nos vuelve vulnerables, equívocos, y sensibles, y dejan de buscar la perfección, la excesiva exigencia y la culpabilidad exacerbada. A las que eligen casarse y a las que deciden vivir solteras. A la que ven en los ojos de la compañera una necesidad de apoyo, de comprensión y de amor, y se lo entrega sin límite, tatuándose en el pecho la palabra sororidad. A la que siempre ha sido libre, a la que busca la libertad que nunca debieron arrebatarle, a la que ayuda a liberarse a otras. Por las que ya no están y jamás deberán caer en el olvido, a las que fueron asesinadas en manos de la violencia machista, para que sus nombres y su recuerdo impliquen siempre voluntad de cambio, implantación de medidas efectivas y reales para luchar contra esta lacra, y la movilización de todos los sectores de la sociedad. A las que se merecen un puesto ejecutivo de alto cargo y el machismo se lo niega, para que sean ejemplo de superación y se les dé el reconocimiento y visibilidad que merecen. A las que tantas veces se han sentido acosadas, humilladas, vilipendiadas o cosificadas como objeto sexual, para que no se le reste nunca importancia a su situación y se conciencie a la sociedad sobre la suma gravedad de estas conductas. A las que no se cansan de luchar en pro de la igualdad de oportunidades y derechos que como ser humano nos corresponde. A todas, pero también a todos, porque todos somos parte de este cometido: recordemos, que hoy no es un día de felicitación, sino de reivindicación, y que lo celebraremos todos juntos cuando el incansable esfuerzo por lograr lo que es nuestro se vea al fin cumplido, cuando los derechos de todos caminen de la mano hacia un futuro en igualdad, paz y respeto.

A ti, mujer, compañera, hermana, amiga, que te quede claro:

 Que no tienes porqué ser la súper heroína eterna, ni la mujer diana en la que los demás clavan los dardos de la culpa ajena. Que no eres frágil, ni torpe, ni inferior, ni ningún otro calificativo absurdo. Que no estás loca por reivindicar tus derechos, ni eres una exagerada por frenar cualquier actitud ofensiva. Que no eres bella por exigencia, ni acomodada por natural, ni mucho menos provocativa por libre. Ni mala por inteligente, ni tonta por bondadosa. Ni la mujer perfecta, ni la fea, ni la guapa, ni la alta, ni la baja, ni la gorda, ni la flaca. Ni la excepción a sus reglas, ni la regla de medidas tasadas en la que, supuestamente, debes encajar. Que hagas de tu cuerpo la extensión de tus ideas, que lo reconozcas frente al espejo, lo beses cada mañana y lo disfrutes como únicamente tuyo, con el poder de decisión que eso conlleva siempre. Que no intenten clasificarte, que no te pinten de rosa sino te gusta, que no te planten vestido sin decidir, que no te hagan presumiblemente débil, vulnerable o sumisa. Que tú no sólo eres una mujer, sino que puedes ser todas y cada una de ellas, que puedes ser quien quieras, como quieras, donde quieras y cuando quieras.

LIBRE.


Que se enteren de una vez, alto y claro, no pretendemos que nos aplaudan, ni procuramos que nos glorifiquen, ni necesitamos que nos representen. Que, simplemente exigimos, sin excepciones, que nos respeten en igualdad.


                   

miércoles, 1 de marzo de 2017

El verdadero lujo eres tú.

Una hipoteca a plazo fijo con tus ojos. Una habitación con vistas a tu espalda. Un tesoro repleto de gemidos compartidos. Un vestidor de caricias nuevas. Una cuenta la que sumen todos los abrazos que te debo. Una bolsa de miradas en la que cotice la complicidad. Un barco que navegue entre nuestros proyectos en común. Un plan de vida que asegure el respeto. Unas vacaciones enredada en tu pelo. Un perfume que conserve el olor de tus camisas. Un paseo por los surcos de tus arrugas de reír. Un diván lleno de anécdotas hasta la vejez. Y el dinero justo para descubrir un nuevo destino juntos, para comprar un sofá en el que vivir abrazados, para llenar el estómago con comidas para dos, para alquilar un estudio en el que siempre huela a hogar. 
Nunca pondría en venta el amor que me tienes, no existe dinero que compre lo que te quiero.
Dime, cariño, ¿quién quiere lujos materiales habiendo encontrado el amor?