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jueves, 22 de noviembre de 2018

Gracias, superhéroes


            Hay unos superhéroes de bata blanca dejándose la piel cada día para salvarnos a todos. Tienen la virtud de ser muy veloces cuando corren por largos pasillos y cuando, en tan sólo unos segundos, tienen que tomar las decisiones más importantes de la vida. También tienen el don de saber tocar la tecla exacta para que los corazones bombeen correctamente, para que los niños sean capaces de sonreír en el lugar donde nunca deberían haber estado y para que los abuelos se sientan como en casa junto a ellos.

            Obtener el título de superhéroe no es una lotería ni un premio, de hecho les cuesta años, sacrificio y tesón conseguir la ansiada bata. Además, el cargo les carga de responsabilidades, de días difíciles y de batallas por librar.

            Por unos motivos u otros, en los últimos años he tenido varias experiencias médicas que, con independencia del resultado, me han hecho darme cuenta de la suerte de equipos socio sanitarios que nos atienden.

            Por eso, desde esta plataforma que, como siempre digo, nace del y para el amor, quiero aprovechar para dar las gracias a esos magos de bata blanca y sonrisa delicada, a los ingenieros de la cirugía, a los expertos en la salud de nuestros niños, a los valientes que se enfrentan a la dureza de una planta de oncología y lo hacen, además, con el mejor talante y comprensión.

            Gracias a los enfermeros y a las médicas, por no desfallecer nunca, por pasar horas y horas cubriendo las urgencias con cientos de casos y pacientes diversos, sabiendo cómo actuar en cada momento, sabiendo tranquilizar a familiares y, en muchos casos (los peores) teniendo que ser mensajeros de malas noticias.

            Gracias por las dosis de esperanza científica que ponéis al explicar un tratamiento, por coger las manos de nuestros mayores cuando os cuentan vivencias que van mucho más allá del estado de salud, por ser seres pacientes y sacrificados con vuestra gran labor.

            Gracias a los celadores, a los auxiliares y a absolutamente todos los profesionales de la rama sanitaria, que con esmero y optimismo hacen mejor la vida de los pacientes en las circunstancias más complejas.

            De verdad, gracias. Porque sin cada uno de vosotros que un buen día os sacrificasteis para sacar adelante una carrera de enorme dificultad y más tarde una especialidad, no sería posible gozar de la sanidad que tenemos y hacerlo, además, con plena confianza en vuestro modo de actuar. Jóvenes estudiantes, aspirantes a medicina, enfermería, o a cualquiera de sus ramas, no os desaniméis, no os rindáis, no perdáis la esperanza, porque algún día alguien os mirará a los ojos poniendo toda su fe en vosotros. Porque algún día alguien cogerá vuestra mano, -quizá todavía pequeñita, quizá ya arrugada-, para transmitiros su confianza en vuestra capacidad y talento.

            No puedo olvidarme de los que dedicáis vuestra vida a la investigación y a la búsqueda de nuevos tratamientos, porque hacéis posible la mejora en la calidad de vida de miles de personas y la curación de otras muchas.

            Desde aquí, quiero también hacer un llamamiento a todos los que acudimos a los centros sanitarios, para pedir la misma paciencia con el resto de pacientes y con los profesionales de la sanidad, que requerimos cuando se nos atiende.

            De corazón, gracias.




domingo, 4 de noviembre de 2018

B A S T A


A veces la vida se parte y te sacude la impotencia. A veces te golpean las noticias malas o se hacen realidad los temores más oscuros. A veces la realidad supera la ficción y las películas te hacen protagonista sin tú quererlo. A veces, de la peor forma posible, te das cuenta que la vida no sigue siempre un camino recto hacía delante, que a veces, incluso, el ritmo se ralentiza y la dirección es marcha atrás. Y es entonces cuando te acuerdas más de todo aquello que te queda por hacer que de lo que ya has hecho. Por eso, déjame que te dé un consejo:

Basta de posponer tus sueños. Basta de creerte incapaz de conseguir lo que te propongas. Basta de no atreverte a hacer lo que realmente te apetece. Basta de perder tu valioso tiempo con quien no te da la importancia que mereces. Basta de anclarte a relaciones que no te hacen feliz. Basta de acobardarte ante el fracaso. Basta de no dar todos los besos que te apetecen. Basta de no querer con todo el alma por miedo a equivocarte. Basta de avergonzarte por haberte equivocado. Basta de no amar tus imperfecciones y errores. Basta de reservar ese viaje que tanto deseas para un futuro que nadie te asegura que llegará. Basta de no darle los suficientes abrazos a tus amigos. Basta de no agradecer cada día lo bonito que es estar rodeado de personas que son paracaídas. Basta de no disfrutar de ese baile en la cocina o del sexo en el sofá. Basta de dejar que te venza la pereza. Basta de no tratar de llegar a lo más alto que desees llegar. Basta de conformarse por miedo. Basta de no darle a tu madre todos los achuchones que merece. Basta de no compartir con tus padres todos los momentos que ellos un día te regalaron a ti. Basta de perder el tiempo en discusiones que no llevan a ninguna parte. Basta de tanto móvil y tan poca realidad. Basta de no acariciar con amor a tus abuelos. Basta de no intentarlo, siempre, una vez más. Basta de cumplir estereotipos y normas sociales impuestas. Basta.

Porque ahora crees que el miedo incapacita, que el fracaso avergüenza y que el rechazo te humilla. Pero un buen día es la vida la que dice basta y no pregunta. La vida que es tan maravillosa que a veces se permite el privilegio de ser muy cabrona, de juntarse con quien no debe y poner límites a ese futuro infinito que nosotros creemos tener en nuestro poder. Y le va a dar igual si has declarado tu amor al amor de tu vida, si le dijiste te quiero a tu mejor amigo o si le dijiste a tus padres lo agradecida que estás de ser su hija. Le va a dar igual eso y los bienes materiales que tengas. La vida no se vende, no se somete, no atiende a razones. Así que disfruta hoy, besa hoy, aprovecha hoy, baila hoy y quiere a raudales hoy.