Léeme:

Siguenos en Blogger Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter

lunes, 11 de junio de 2018

Lo estás consiguiendo.


Tienes un pinchazo en el lado izquierdo del pecho. Un pinchazo que late con cada minuto que corre en tu contra, quién sabe si a tu favor. Un pinchazo por cada decimal que necesitas para entrar en esa carrera, o en esa Universidad, para aspirar a una nota media tasada en función del número de alumnos que aspiran a un futuro similar al tuyo. ¿Recuerdas cuando le decías a tu madre que querías ser médico y salvar vidas? ¿Y de aquel día que construiste tu primer mecanismo en tecnología y decidiste que querías ser ingeniero? Y tú, ¿te acuerdas cuando le contabas a tu hermano que tu sueño era ser abogado para defender a los demás de las injusticias? ¿O cuando te abriste un blog para ir abriéndote paso en el mundo del periodismo? Yo sí. Yo me acuerdo de la voz de mi conciencia susurrándome que me levantara a horas intempestivas para repasar una vez más un temario molido. Recuerdo el agotamiento debajo de mis ojos y los bostezos en el autobús de camino a un examen. Recuerdo las manos temblando antes de darle la vuelta al folio, los subrayadores de colores infinitos y el primer café de la mañana. Pero, sobre todo, recuerdo a mi amiga abrazándome después de un examen, a mi padre diciéndome que estaba orgulloso de mí, a mi abuela preocupándose por si comía y dormía en condiciones. Recuerdo a todos los que forman mi vida y me han demostrado durante los meses de esfuerzo, sacrificio, sudor y lágrimas que mi vida es mucho más que una nota, que se compone de apoyo y cariño, de besos salvavidas y palabras de suerte. Por eso, hoy quiero decirte que te calmes y respires profundo, que te enorgullezcas de tu esfuerzo y, como ya te dije una vez, que no te rindas. Que no te rindas porque estás empezando a vivir y tienes por delante una carrera larguísima de triunfos y derrotas, de alegrías y sinsabores, de logros y decepciones. Una carrera que te formará como profesional y te enseñará los conceptos básicos para desarrollar una labor con la que llevas soñando más de media vida. Y que, además, te aportará otras innumerables aptitudes para hacer frente a las adversidades laborales y personales, porque las habrá, pero estoy segura de que sabrás superarlas si consigues mirar cada dificultad como una oportunidad de mejorar y no te cansas de intentarlo. La vida es la acción de vivir y no hay mayor triunfo que aprovecharla al máximo. No te rindas, porque, aunque no lo creas, ya lo estás consiguiendo.




jueves, 7 de junio de 2018

Ojalá.


Ojalá que veas el agua correr y no le temas, que aprendas a tirarte a la piscina para nadar hasta lo que deseas. Ojalá que rías muy fuerte y sepas curar la pena a carcajadas. Ojalá que nunca le tengas miedo al miedo y afrontes la adversidad como una oportunidad de crecimiento. Ojalá que te equivoques de formas muy variadas y comprendas que ese privilegio también es parte del vivir. Ojalá que ames a raudales y quieras a rabiar, que nunca te parezca de débiles demostrarlo y soluciones los conflictos con palabras y besos. Ojalá que creas en la libertad por encima de todo y defiendas tus ideas con respeto y pasión. Ojalá que seas ministra, astronauta, abogado, agricultor, periodista o poeta, que seas lo que quieras ser, pero, sobre todo, por encima de cualquier otra cosa, que seas buena persona. Ojalá nunca te sea indiferente el dolor ajeno, ni el propio, y observes con perspectiva el mundo que te rodea. Ojalá me veas siempre como un apoyo, porque te prometo que yo evitaría el invierno con tal de que no pasaras frío, que pondría mis rodillas en cada una de tus caídas para evitarte el golpe, que protegería tu corazón de intrusos para que no te lo rompieran y velaría todos tus sueños para que se hicieran realidad. Que yo por ti sería medicina y tirita, súperheroína y ángel de la guarda, memoria y olvido, almohada y comodín. Pero no puedo, porque no puedo protegerte de la vida, quiero que la vivas y que la vivas libre y completa. Ojalá que la disfrutes al máximo, que cantes en la ducha y bailes hasta el amanecer, que te esfuerces por superarte, abraces tus propios éxitos y cuides con mimo de tus fracasos. Ojalá que seas tú mismo y estés lleno de imperfecciones, que te ames y te respetes con todas ellas y no caigas mucho en ese esfuerzo de aparente perfección que tanto se predica hoy día. Ojalá que te quieras tanto tanto como yo te quiero a ti.