Léeme:

Siguenos en Blogger Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter

miércoles, 9 de mayo de 2018

Todavía no.


Ahora veo atardecer desde un sitio en el que a veces hasta creo que no te echo de menos. Fíjate si es bonito. Fíjate si es mentira. Desde que estás tan lejos me pregunto si hay un término medio entre echar de menos y echar de más, y supongo que eso será el olvido. Pero yo nunca he sido de términos medios. Tú tampoco. Cuánta historia nos cupo en aquel otoño. Todavía me dura el frío que no pasé, pero que dicen que hizo. Yo sólo recuerdo que contigo todo era verano. También dijeron otras cosas, como que qué feo lo nuestro, que qué intenso, que qué difícil. Y yo no digo nada porque ya se ha dicho todo, y porque ahora ya para qué, para quién. Si tú ya no y yo ya siempre sí, sin ti. Otras veces me sangra la lengua de mordérmela, porque sigo empeñada en que a base de tragarme las palabras se convertirán en olvido. Porque hablar de ti está pasado de moda. El amor no dura tanto. Perdona, se me olvidaba que no fue amor, pero que jamás al amor le llegó tan tarde el olvido. Qué tonta, a veces me sigo equivocando. Era otra cosa, no amor. Y ya vendrán otros, ya verás. Sí, claro, seguro. Y yo no digo nada porque ya se ha dicho todo, y porque ahora ya para qué, para quién. Pero no vienen, sabes. Claro que lo sabes porque allí tampoco van. O quizá sí. Me importa un bledo. Ahora todo está ordenado: mi casa, mi cama, mis noches, mis rutinas, mi cabeza. Y tengo un corazón que se enamoró del desastre, del desorden, de aquel caos. De mí contigo, de ti conmigo, del futuro que no iba a ser pero me daba igual, de un presente sísmico. Y aquí sigue el corazón que amaba errores viviendo dentro de una vida de orden. Una vida que me gusta mucho más que cuando tú estabas y el mundo era del revés. Una vida en la que, sin embargo, todavía no te desquiero.