Léeme:

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miércoles, 31 de agosto de 2016

Dícese del amor.

Mañana quizás no estés, por eso, hoy he venido a agradecerte haber sido más tú que nunca dentro de mi propia vida. No sé si nuestros caminos van a ser andados juntos en algún punto del porvenir, no sé si me despertaré a tu lado alguna mañana de domingo, ni si decidiremos en común las cuestiones más relevantes de nuestra vida. No sé si conocerás a otras que te inspiren más que yo, o si yo escribiré poemas sobre otros que no seas tú algún sábado lluvioso. Sólo conozco una verdad absoluta a día de hoy: te he amado con la fuerza arrolladora de un huracán, volé tan alto en tus manos que me sentí una pluma y con ella escribí los versos más bonitos que jamás le he dedicado a nadie. Es cierto que a veces hemos cometido tantos errores que parecíamos niños asustados, pero es que, quizás, aprender a amar de verdad ha sido el mayor acto de madurez de nuestra corta experiencia. Pero, hoy, cuando los últimos días del verano me regalan un atardecer teñido de rojo, no puedo hacer otra cosa que recordar la pasión de tus labios, el incendio cálido de tus ojos oscuros, jóvenes y valientes, y sentirme la persona más afortunada del mundo porque a mí sí me tocó un amor de verdad y pude ser correspondida. Por eso, he venido a agradecerte todos los instantes en los que contigo amé y me sentí amada, porque nadie me ha hecho nunca un regalo tan bonito como ése. Me ayudaste a contemplar una imagen de mí misma enamorada, la veía en el brillo de tus ojos, en el reflejo de tus dientes, y déjame decirte que, dure lo que dure, el amor es siempre un triunfo. Si la vida nos separa y no nos vuelve a juntar, si en algún momento uno de nuestros errores es imperdonable o si tus sueños y los míos dejan de conjugarse en plural, quiero que seamos capaces de emprender otra etapa sin reproches ni heridas. Pase lo que pase, gracias por haber sido, hasta la fecha, el sentimiento más bonito de mi existencia.





domingo, 28 de agosto de 2016

Carcajadas.


Debe ser cierto eso de el tiempo sana las cicatrices, porque ahora hay caricias donde antes hubo heridas. Y lloro nuevamente de emoción, porque no me creo que la felicidad sea a veces tan sencilla. He comprado libros y flores tras un paseo bajo el sol, ayer me bebí una copa con mis amigas, y me han hecho el amor diez poemas en el último mes. He renunciado a todas las guerras que no me ofrecen alternativa pacifista, y dibujo faros cada vez que hay tormenta. Ya hace sol y la primavera no va a tener que salvarme, porque he conseguido salvarme sola. No os podéis ni imaginar cómo quiero a los que quiero y cómo les agradezco que se rían en mi risa. Mi abuela me ha dicho que estoy más guapa que nunca porque ahora sí le hablan mis ojos de felicidad real. He preparado mi comida favorita y vienen a comer mis sobrinos, qué palabra tan completa, tan enorme, tan llena de amor. El trozo lleno de vida de mi propio hermano.
Ayer me besó un chico con barba y me dijo: "deja de buscar su rastro, la primavera eres tú". Soy feliz, y creo que no existe poema más bello que ése.


                                     
                                

jueves, 25 de agosto de 2016

La felicidad.

Según dice el diccionario de mi librería, la felicidad es un estado de grata satisfacción espiritual y física, o la ausencia de inconvenientes o tropiezos. Según mi madre, la felicidad es un beso de buenas noches y el sabor de la comida caliente. Para mis abuelos, que son muy sabios, la felicidad es la libertad de ser quien quieres ser y de sentirte bien contigo mismo. Mi hermana dice que la felicidad es el olor de la gente que quieres y la sensación de sentirte como un niño tengas la edad que tengas. En palabras de mis amigas la felicidad es la capacidad de conseguir un propósito y de superar los problemas.
Todos llevan razón. Y es que por más vueltas que le doy, siempre llego a la misma conclusión: para mí, la felicidad, es compartir la vida con ellos.
Y me sobran las palabras, mientras no me falten sus abrazos. 


                                      


martes, 23 de agosto de 2016

Y de repente, tú.

Viniste con la intención de vengarte
de todos los que hicieron de mi espalda la diana donde clavar sus flechas.
Maldiciendo el invierno en el que se me congeló el corazón
por un amor con demasiadas tormentas.
Llegaste buscando culpables a los miedos de mis pupilas y tratando de sostener
con tus ojos las dudas que se mecían en mis pestañas.
Yo me senté a observar tu cara de preocupación por mí,
tus palabras hastiadas de quejas por ellos
A observar cómo, de repente, alguien quería ocuparse
de que a cada uno de mis golpes le floreciera una margarita
que siempre diría que sí, que me quiere.
Te sonreí con tanta ternura que la primavera
se instaló en nuestra cama y amanecimos sudando amor.
En un leve susurro te dije: mi vida, la culpa no es de ellos, ni de sus flechas,
ni siquiera de las historias canallas que con ellos compartí.
La culpa es de que para mí, querer siempre es deporte de riesgo
y a veces salgo sin más trofeo que mis heridas.
Quiéreme por lo que soy, te dije.
Besaste una por una mis cicatrices y contestaste:
Cómo no te voy a querer por lo que eres,
Si te quiero, incluso, por lo que fuiste en cada uno de tus errores.


domingo, 21 de agosto de 2016

Quiero amor y no rutina.


No voy a conformarme. Estoy dispuesta a jugarme todas mis cartas por conseguir el premio que me merezco. No quiero sentir que soy una persona más, en una ciudad más, sumergida en una historia más. No, no lo quiero. Yo quiero saber, con toda certeza, que ante tus ojos soy la persona más especial del mundo, que esta ciudad está llena de arte cuando juntos paseamos por sus calles y que nuestra historia puede servirle de inspiración a todos los poetas del mundo. No voy a tolerar que las circunstancias sean la excusa perfecta para tirarnos piedras sobre nuestro propio tejado, yo quiero que tus manos sean las paredes de mi hogar y que en mis brazos puedas descansar plácidamente. Tampoco cargaré con el peso del conformismo barato y la cobardía más cruel, quiero ser consciente cada día, cada hora y cada minuto de que lo nuestro es amor y no rutina. Me merezco un amor leal y fiel, que no busque calor en pieles ajenas, porque a mí me parecerán invierno todas las bocas que no sean la tuya. No soportaré la pereza, la imposición o la culpa, yo quiero ser abrigo en tus días de tormenta y que alcemos con elegancia el vuelo cuando el miedo nos ate los tobillos. No pienso conformarme con menos de lo que te prometo, no me prometas más de lo que estás dispuesto a darme.


                               

jueves, 18 de agosto de 2016

lunes, 15 de agosto de 2016

¿Suerte?

He tenido la suerte de querer con toda el alma, de desquerer con honores, de abrazar a quienes me quieren. He tenido la suerte de no tirar la toalla cuando de conseguir un sueño se trata, de conocer mis límites a base de superarme, de aprender que abandonar una partida en el momento justo también puede convierte en ganadora. He tenido la suerte de amar y ser correspondida, de disfrutar de cada instante compartido, de que ése amor se acabara cuando ya no funcionaba, y de asumir, al fin, que debo abrir las puertas de mi vida a nuevos sentimientos. He tenido la suerte de dedicarle horas de trabajo y esfuerzo a lo que me gusta, de llorar por desesperación y de encontrar en cada lágrima una mano amiga que confía en mí. He tenido la suerte de dejar atrás relaciones tóxicas para la salud del alma, de encontrar otras más alegres, de mirar al pasado con la perspectiva que sólo el tiempo nos ofrece y de aceptar que gracias a él soy lo que soy. He tenido la suerte de sentirme querida, de entregar besos absolutamente deseados y de llorar de la risa por una experiencia que un día me hizo llorar. He tenido la suerte de atreverme a pedir ayuda cuando la necesitaba y de encontrarla, de ayudar a otros, de equivocarme muchas veces y de pedir perdón otras tantas. He tenido la suerte de no gustar a todo el mundo, de respetar el criterio ajeno, de gritar para liberarme y perdonar en silencio. He tenido y tengo la suerte de estar viva y de ser consciente de lo afortunada que soy por cada experiencia, por cada olor, por cada beso y por cada baile. He tenido la suerte de no creer en la suerte, de creer en la constancia, en la bondad y en las circunstancias.
He tenido la suerte de dejar de creer en el azar y empezar a creer en mí misma.





viernes, 12 de agosto de 2016

Canciones de amor.

Ojalá crecieran flores en todas las aceras,
se instalara la alegría en nuestra vida,
dejáramos de hacer daño a otros,
y nos ocupáramos de querer mucho a los nuestros.

Ojalá la paz ganara todas las batallas,
se rompieran todos los miedos,
triunfáramos en aquello que nos hace feliz
y fracasaran todas las envidias ajenas.

Ojalá sonaran canciones de amor en todos los bares,
se cerraran las tristezas de pasados maltrechos, 
convirtiéramos en experiencia los errores,
y lucháramos por cumplir viejas ilusiones.

Ojalá mis esperanzas no se quedaran en un poema, 
se transformaran en abrazos todas mis palabras,
riéramos entre lágrimas de emoción,
y dijéramos más veces te quiero.





jueves, 11 de agosto de 2016

Aún vivo, aún amo.

Ni el olor del café recién molido que preparo por las mañanas, ni el ronroneo molesto de mis despertares tempranos, ni el beso en la mandíbula minutos antes de dormirme. De mí ya nada, amor, porque nada queda. Ni el sonido de la música que no soportarías de no ser porque me hace bailar, ni los nervios la noche antes de una reunión importante, ni la risa tímida cuando compartíamos un secreto, ni los ojos acristalados cuando te estoy pidiendo mimos. Para ti ya nada, mi vida, porque nada somos. Ni el abrazo reconfortante cuando crees que el mundo es injusto, ni el deseo imparable que nos sacudía en cualquier esquina, ni el mensaje de buenos días cuando tú eras el único motivo para que amaneciera siempre soleado, ni mi mano revolviendo tu pelo mientras te miraba a los ojos. Por ti ya nada, pequeño, porque todo lo fuimos. Ni la defensora incondicional de tus pecados, ni la guerrera valiente de nuestra lucha, ni la juventud canalla y atrevida que compartimos. Nosotros ya nada, mi niño, porque nos pudo el miedo.
Contigo ya no, conmigo tú, tampoco.
Sin ti, sin mí, todavía juntos.
Juntos, a veces, en el recuerdo de aquel vestido de flores, de aquel encuentro inesperado, de aquella casualidad fingida, de aquella canción del primer beso, y de aquella lágrima anterior al penúltimo.

En el recuerdo sí, porque contigo y sin ti, aún vivo, aún amo, aún es para siempre.

viernes, 5 de agosto de 2016

Estrellas fugaces, amigos eternos.

Salpícame la risa de buenos deseos, 
chapotea entre mis nuevos proyectos, 
baila tu canción favorita en el capó de mi coche, 
báñate en la playa con el traje que mejor te sienta,
lánzale un beso al sol de cada ciudad que compartimos,
llámame a deshoras, que siempre estaré a tiempo,
busca una estrella a la que darle las gracias, 
quédate siempre a mi lado, 
dedícame la eternidad.


Imagen extraída de pixabay.




miércoles, 3 de agosto de 2016

El recuerdo de su risa.

Era una de esas noches de verano en las que ya empieza a refrescar. Ella estaba viviendo el verano de su vida; él llevaba demasiados inviernos a las espaldas. Cuando se cruzaron a él le parecieron un milagro sus ojos, una hoguera en mitad del Polo Norte. Ella sonrió como si llevara toda la vida esperando encontrarse con él. Ambos lo supieron: el destino existe y era esto. Bailaron en mitad de una aglomeración de gente, ante las miradas brillantes de otros miles de jóvenes capaces de apreciar su amor. Y ya no pudieron separarse, por mucho que intentaran alejarse. Es cierto que el otoño enfría muchas cosas, pero para ellos siguió encendida la mecha de las ganas, y pese a los obstáculos del camino, jamás consiguieron olvidarse.

Ahora, han dejado que el invierno congele sus sentimientos, que las mariposas de su estómago mueran de frío y son capaces de coserse la sonrisa a sí mismos cada vez que se cruzan, con tal de no ceder uno antes que el otro. El maldito orgullo, el maldito daño. Y llenan las sábanas del olor de otras personas que no logran llenar su corazón. Se miran perplejos, atónitos, como quien observa una obra de arte en un museo, atemorizados por si suenan las alarmas al cruzar la señal de prohibido, ellos que se habían acariciado en un millón de ocasiones. Ella ya no le sonríe, él vive enamorado del recuerdo de su risa. Él ya no la mira a los ojos, ella no ha vuelto a pestañear con tanto encanto para nadie más. Recuerdan que hubo una vez que fueron los mejores amantes del verano, pero ha vuelto a ser otoño y, aunque sigue viva la hoguera de las ganas, han apagado la del valor.


- Imagen extraída de pixabay.