Léeme:

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domingo, 31 de julio de 2016

Ahora, que te amé.

Ahora que pasan desapercibidas las fechas señaladas.
Ahora que nos hemos perdido.
Ahora que me he encontrado.
Ahora que tú ya no estás, ni yo te busco.
Ahora que, felizmente, te recuerdo.
Ahora que he aprendido a perdonarte,
Ahora que he logrado perdonarme.
Ahora que hacemos como que no nos vemos,
Ahora que fingimos que no existimos.
Ahora que te duermes pensando en mi sonrisa.
Ahora que no formas parte de mi lista de prioridades, ni siquiera de mi lista de llamadas.
Ahora que he dejado de creer en ti.
Ahora que he desistido del idealismo de tu valentía.
Ahora que sé lo que sientes y lo que no.
Ahora que sé lo que siento y lo que no.
Ahora que no necesito tus cálidas manos.
Ahora que parece faltarte mi risa de fondo.
Ahora que te escribo.
Ahora que me lees.
Ahora que te acuerdas.
Ahora que te olvido.

Ahora que me amas.
Ahora que te amé.

viernes, 29 de julio de 2016

Café y ausencia.

Estoy cansada de soñar contigo,
de levantarme sin ti cuando aún no ha amanecido
y de desayunar café y ausencia.

Estoy enfadada por las respuestas que me debes
a las preguntas que yo nunca me atreví a hacer
sobre una vida que a los dos nos acojona.

Estoy harta de todas las veces que te vas sin irte
de todas las puertas que cierras
y de todas las ventanas que abren tus ojos.

Estoy decepcionada por eso de que tu orgullo gane a tus ganas,
por aquello de que la felicidad nunca te es suficiente,
y por la negra bandera de tu barato conformismo.

Estoy triste por todos los miedos que me gustaría borrarte
por todos los besos desperdiciados
y por los abrazos en los que sigues sintiéndote solo.

Estoy muerta de miedo por tanta incomprensión
porque no entiendo cómo has provocado tanto en tan poco
cómo me has hecho tan feliz con tan poco.



- Imagen extraída de pixabay.

miércoles, 27 de julio de 2016

En lo bueno y en lo malo.

He visto tus ojos 

que siempre derrochan vida 

reventar de brillo por culpa de la fiebre. 


He escuchado tus dientes 

que siempre esconden sonrisas 

chirriar de dolor un día de enfermedad. 


He sentido tu fortaleza 

que me sostiene en mis tropiezos 

romperse por siete sitios distintos una mañana de tiritonas. 


He arropado tu cuerpo exhausto 

que me salva sin excepciones del invierno 

en la misma cama que cobija nuestro amor. 


Y yo, 

que creí haberme enamorado de tu alegría, 

redefiní mis sentimientos el primer día que pude mimar tus flaquezas.




Imagen extraída de Pixabay


sábado, 23 de julio de 2016

Amor y nada más que eso

La vida necesita de gente que sonría por las mañanas, que se coma a besos a sus abuelos, que dé las gracias por las personas que le acompañan cada día, que disfrute de la siesta pero se pase media noche sin dormir planeando un nuevo proyecto, que se enamore con locura y se convierta en uno de esos románticos que nunca antes comprendió. Gente que se caiga, que llore hasta desbordarse cuando lo necesite y que también sepa reírse de sus propias escenas bochornosas, gente que se tumbe al borde del mar y se sienta la persona más afortunada del mundo, que sepa agradecer, pedir perdón y ser honesto con los que siempre lo han sido con él, pero, principalmente, con él mismo. Gente que vea en los sábados un premio, en los lunes una oportunidad y en cada beso un regalo. Gente que tolere, que respete, que disfrute en la alegría de los demás y brinde por los triunfos propios y ajenos.
La vida necesita de más gente que la ame y hoy es un buen día para enamorarse.

miércoles, 20 de julio de 2016

Que me abandones

En contra de los que muchos piensen,
yo voy a pedirte que sí, que me abandones.
Que te vayas de mi lado cuando
el roce de mi piel ahogue tus ansias de ser libre.

Que me abandones cuando tu boca no quiera
convertirse más en la lluvia que esperan mis labios.
Cuando te descubras cogiendo mi mano
más por propiedad que por protección.

Que no te quedes a observar
como se marchita nuestra alegría con los años
ni esperes a encontrar otro destino más seguro
mientras naufraga tristemente nuestra historia.

Que te marches de mi lado cuando la fidelidad
te resulte una carga en vez de un privilegio,
cuando tu imaginación vuele más feliz y veloz
con cualquier otra persona antes que conmigo.

Que me abandones cuando mi risa
deje de ser la banda sonora de tus días
cuando no sepas explicar los motivos exactos
por los que quieres formar un hogar en mis brazos.

Que me digas adiós si de mi voz 
dejan de salir palabras que impulsen tus planes
y comienzan a atragantarse reproches
que deterioren tus proyectos.

Vete, si una mañana no encuentras en verme dormir
el premio más valioso de la vida en común
si puedes ver en lo nuestro una inversión segura
pero nunca un riesgo feliz, pasional y algo loco.

Quédate mientras te dure el amor más sincero,
y ojalá ese tiempo implique toda la vida
y ojalá toda la vida te parezca efímera
si de querernos los dos se trata.

Pero que jamás te quedes
por el compromiso eterno que un día nos prometimos,
por los recuerdos pasados que construimos juntos,
o por la lástima de asumir un fracaso sentimental.

Que prefiero volverme loca
superando tu abandono
a convertirme para toda la vida
en la cuerda que ahogó tu libertad.

Que prefiero que te vayas
a que te quedes a medias,
a que te quedes por pena
a que te quedes sin ganas.


                                

lunes, 18 de julio de 2016

Cómo no vas a quererla

Cómo no vas a quererla si has visto en sus ojos los atardeceres más bellos, si ha hecho con sus abrazos el mejor de tus abrigos. Cómo no vas a protegerla, si de su boca no sólo han salido palabras para defenderte, sino también las verdades en que se apoya vuestra confianza. Cómo no vas a quererla si has descubierto en su ombligo el secreto de la juventud eterna, si jamás unas piernas pisaron con tanta fuerza el mundo. Cómo no vas a quererla si su espalda es el lugar donde quieres irte de vacaciones, si su cuello es el hogar en el que fundar una familia. Cómo no vas a quererla si cada vez que se suelta el pelo le declara la guerra a todos tus miedos, si nunca la valentía había tenido una definición tan exacta como la que abandera su risa. Cómo no vas a quererla si le hace justicia al destino cada vez que te dice te quiero, si es la suerte que nadie se jugaría al azar, pero por la que todos apostarían.

Dime, cómo no vas a quererla tú,
si la querría cualquiera
y sólo contigo se entrega.


Imagen extraída de Pixabay.

sábado, 16 de julio de 2016

Aprendiendo a vivir

La vida es eterna mientras dura y viene sin manual de instrucciones. Por eso hay que aprender de cada día, de cada experiencia, de cada derrota. Perder unas cosas para ganar otras otras. Aprovechar el sol de media tarde, forjar los sueños frente al mar, y beberse la pasión de cada ola. Pedir perdón, asumir errores y seguir con el viaje. Querer hasta desgarrarte y desquerer para salvarte. Abrazar por supervivencia y besar por error, para acabar quedándote en la boca correcta. Caerte cien veces y levantarte siempre con la energía de la primera. Llorar de rabia y emborracharte de pena. Comerte el mundo con la misma alegría de cuando no tenías cicatrices y explicarle a la bola mágica que, a partir de ahora, el futuro lo diseñas tú, sin predicciones. Enamorarse como los locos y amarse a uno mismo, todo a la vez y sin contradicciones. Asumir pérdidas, crear despedidas e invertir en derrotas para comenzar principios llenos de ilusión. La vida es eso, no rendirse nunca y confiar en uno mismo. Estar lleno de proyectos y rodeado de personas que los impulsan. Deshacerse de las cuerdas que te amarran a los miedos, liberar las alas con elegancia y engancharse a todos los barcos que te lleven a un puerto libre de prejuicios. La vida va de no saber nada y estar dispuesto a aprenderlo todo.





martes, 12 de julio de 2016

Palabras que abrigan.

Hay veces que me dispongo a escribirle al amor, a la vida, a la propia poesía, y hoy, sin embargo, me dispongo a escribirle a la puesta de sol que nació aquella tarde en tu espalda. Quizás le escribo a ella por todo lo que me ha contado de ti, porque, aunque tú no lo sepas, he estado hablando bajito de ti con la luz de los atardeceres, y me ha confesado que amas la vida como la ama quien nunca se ha roto por su culpa. Pero también me ha dicho que eso no es verdad, que tú también tienes cicatrices y hay quien se encarga de reabrirlas a veces. No seré yo quien hable hoy de tus heridas, esas que con tanto mimo curas, porque lo que veo de ti, es mucho más positivo y real, mucho más puro. Qué pena que no haya más personas enamoradas del mar y sus olas, qué pena que no existan más mujeres buscando la felicidad en el único sitio en el que pueden encontrarla, que no es otro que ellas mismas. Pero qué alegría también que a veces encuentres una mirada tan llena de ilusión y locura como la tuya, y pueda pararme a analizar tus ojos con el detalle minucioso de quien contempla el arte en un museo sin ruido. He visto ferias enteras acampando en tus pestañas y la risa de millones de niños retumbando en tus oídos. Te he visto saltar sin temor a caerte, sonreírle a los manantiales y bailar hasta despeinarte. He de confesarte que a mí también me gusta el olor a césped recién cortado y tumbarme sobre él a mecer mis sueños, y reconozco que la vida es mucho más fácil cuando te abrazan fuerte. Hay quien no se atreve a que le sorprendan, quien elige rutinas marchitas por miedo a arriesgar, pero tú, en cambio, escogiste la incertidumbre y la ilusión, la novedad y la frescura, y con ese propósito viaja hoy esta carta. 

Ojalá me leas alguna vez con música de fondo y encuentres un abrazo escondido para ti en cualquier letra escrita de madrugada. No ocultes jamás la alegría ni tampoco la tristeza, hay personas dispuestas a hacerte sonreír cuando llores y a hacerte llorar cuando rías. Puede que haya días que olvides que eres una guerrera y te venza el cansancio, puede que alguna mañana tengas que recurrir a este texto para recordar todo lo que transmites a los demás y puede, también, que entonces esboces una leve sonrisa y te acuerdes de tu lucha y tus sueños, de aquellos proyectos que aún puedes rescatar, de ese beso que cambió tu suerte y de la lágrima que te hizo levantarte con más fuerza de la cama. Y yo me sentiré pletórica si, aunque sea por una vez, estas palabras te sirven de abrigo.


                                    

lunes, 11 de julio de 2016

Fuimos la canción del verano


Fuimos esa canción del verano 
que marca tu juventud.
La gritamos en la ducha
mojando nuestra piel de besos.
La susurramos en la cama
multiplicando las caricias por nuestros cuerpos.
La tarareamos por la orilla del mar
sirviendo de inspiración a los poetas.
La escribimos a fuego en nuestra memoria
inventando recuerdos en los que hacernos eternos.
La estropeamos discutiendo por tonterías
mutilando cualquier posibilidad de entendimiento.
La bailamos por los callejones
creando en cada paso una reconciliación.
La lloramos un amanecer volviendo a casa
sintiendo la soledad acechando en cada esquina.
La intentamos sustituir por la del verano siguiente
encontrando un fracaso en cada cuerpo ajeno al nuestro.

Cuando llegó el otoño tú intentaste hacer como si mi risa 
jamás hubiera sido la banda sonora de tu vida 
y yo hice todos los esfuerzos del mundo por olvidar
que tus manos siempre encontraban los acordes perfectos en mi cuerpo.
Tan pasajeros, tan para siempre
que aunque nosotros nos hayamos declarado el silencio
Todavía quedan muchos veranos sonando
con la música de nuestra historia.


                                                   

Imagen extraída de pixabay.

sábado, 9 de julio de 2016

Mi ciudad lleva tu nombre

No hay ni un solo rincón de esta ciudad en el que no estés tú. Tus ojos, tus manos, tu risa y hasta tus camisas de rayas andan a sus anchas por las avenidas que rodean mi hogar. Me encuentro perdida en un sitio que conozco a la perfección, buscando tu mano para que me ayude a caminar en las madrugadas de escarcha y lluvia. Y no estás. O lo que es peor, estás pero no para mí. Porque me sigo cruzando de vez en cuando con tu mirada furtiva sin saber adónde vas, y sin querer saberlo tampoco. Hace meses que no quiero saber nada de ti, porque me conformo con que todas las respuestas de tu vida coticen en valores positivos. Que seas muy feliz y que vivas en paz, sin rencores ni recuerdos. O que me recuerdes, sí, como la mujer de la pólvora y los efectos especiales. Como la mujer que llenó de chispas y fuegos artificiales tu barrio, tu bar y tu vida. La de los ojos grandes y llenos del deseo de saber más de ti. La que guió tus pestañas por el paseo del triunfo más certero, el del amor sin exigencias.

Ya ves que ahora me ahoga esta ciudad que lleva tu nombre y que me recuerda en cada esquina que el adiós fue solo un hasta pronto. Hay noches que te pido que te vayas, que no vuelvas, que nos dividan los espacios, los mercados y los parques, para que jamás tengamos que volver a encontrarnos. Porque me duelen los abrazos vacíos que me debes, y me quema la sonrisa canalla que tienes y que tantas veces he besado en silencio. Que nos dividan los recuerdos para que nos volvamos locos a partes iguales. Que dejes de buscarme, que me faltan las fuerzas para impedir que me encuentres.
Pero que si por un casual, con el paso del tiempo, descubres que finalmente quieres fundar un hogar en mis brazos porque esta ciudad también lleva para ti mi nombre, me busques en los lugares que nos hicieron eternos, en aquellos rincones que convirtieron en inmortal nuestra historia. Búscame, que yo prometo saltarme los semáforos, correr hasta asfixiarme, subir de dos en dos las escaleras de tu casa, y darte todos los besos que te debo, y que por idiotas le hemos ido regalando a otras bocas que nunca nos hicieron sobrevolar felices el cielo de esta ciudad.

Colaboración realizada con el blog de Tu Sonrisa me contagia https://tusonrisamecontagia.wordpress.com/2016/02/18/mi-ciudad-lleva-tu-nombre/ 


Imagen extraída de Pixabay.

viernes, 8 de julio de 2016

Es el amor el que salva

Entiéndeme
no es que aún te recuerde
es que llevo todo el daño tatuado en las ojeras.


Perdóname
por haberte abierto las puertas
de una vida de cristal
yo no te avisé de la fragilidad de mi sonrisa.

Pero ya ves,
yo, que parecía fuerte,
también me rompo a veces
como rompen las olas valientes contra las rocas del puerto.

Entiéndeme,
necesito que tu barco firme tregua en mis ojos,
tirar la venda por la borda y perdonarnos la guerra.

Deseo sólo una cosa
que en los libros de Historia,
se estudie esta batalla, como una de las pocas
en las que el ser humano aprendió la suprema lección:
El odio sólo ahoga, es el amor el que salva.

                      

Imagen extraída de Pixabay.

miércoles, 6 de julio de 2016

Crecer

Yo contigo no perdí los papeles, los quemé para ver si así se cumplían los deseos que escribimos juntos. Luego salté la hoguera encendida de nuestras dudas y ardí de miedo las noches que no estabas para abrazarme. El tiempo y las decepciones me hicieron entender que por muy fuerte que cierres los ojos para desear algo, por mucho que aprietes los puños de rabia, y por muy vacíos que se queden tus pulmones soplando dientes de león, uno solo nunca puede hacer realidad una historia de dos. Que hay que remar en la misma dirección para que el barco no se hunda, pararse a ver si una persona suma o resta en tu vida, ser un poquito más honesto y amarse a uno mismo. Sí, es cierto que contigo aprendí a decir te quiero, gracias, y perdón, pero también lo es que con nuestra historia, perdí el miedo a  la palabra, adiós, aunque fuera la palabra más difícil de pronunciar de todo el diccionario. Y en esa despedida descubrí que, a veces, es necesario sacar el coraje suficiente para irse por la puerta grande y tirar la llave al Mediterráneo sin importarte lo que quede atrás, para conseguir encontrarte con tus propios sueños delante. Porque yo también tenía derecho a cansarme, a decir hasta aquí hemos llegado, a recobrar la cordura y dejar que las cicatrices sanaran al sol. Durante un tiempo, yo tuve el privilegio de amarte y cumplí de sobra con todas las expectativas que el amor esperaba de mí. Me di cuenta de que en este sentimiento nadie gana si para quedarse junto a otro, pierde la esencia propia, y que yo tenía que abandonar de una vez todas las luchas que no se ganaban a besos. Nuestro desenlace no fue tu culpa, ni fue la mía, ahora nos tenemos el uno al uno y el otro al otro, sin rencores. Esta es la historia de porqué un buen día, me marché de tu lado y de cómo estando sola comprendí que crecer también consistía en dejar de buscar estrellas fugaces a las que pedirles los deseos, para empezar a hacerlos realidad por mi misma.



                                 

- Imagen extraída de Pixabay.

domingo, 3 de julio de 2016

BésaTE




Hoy vengo a reivindicar todas y cada una de mis cicatrices y el derecho a enseñarlas. 

Estas estrías son heridas de guerra, siento que no te gusten cuando las veas, a mí, en cambio, me encantan, porque implican un triunfo, un logro, una transformación en la que mi cuerpo sufrió para acomodarse después en la misma piel. También lamento que cuando me ves en traje de baño te empeñes en juzgar mis kilos de más, o mis kilos de menos, yo me miro al espejo y veo una persona orgullosa de sí misma, que se quiere, se respeta y se valora. Ni me faltan, ni me sobran centímetros y cuando me pongo tacones es, exclusivamente, para pisar más fuerte, porque lo que es la cabeza no puedo tenerla más alta. A veces llueve y se me encrespa el pelo como si fuera un león, hay quien saldría corriendo, pero a mí me gusta ser una leona que baila bajo la lluvia. No me maquillo para ti, ni para otro, ni para nadie. Me gusta lo que soy recién levantada y hay días que me gusto aún más con un poco de máscara en las pestañas en las que se mecen mis sueños. Yo escribo mucho, leo mucho y hago deporte otras tantas veces, pero no las suficientes para que llegue julio y mi piel sea absolutamente tersa. La celulitis se empeña en acompañarme, ¿y qué? No me importa porque no espero que nadie me vea perfecta, no quiero ser perfecta porque me costó años aprender a amar todas y cada una de mis imperfecciones, las que me definen, las que me hacen especial, las que me diferencian de una copia absurda de otros. Yo he amado con defectos, he besado cicatrices, he abrazado los complejos de otros, y, por eso quiero que me amen a mí de la misma forma. Sobre la gente con tatuajes, te digo lo mismo, que sí, que ojalá se arruguen muchísimo, que la vida les regale los suficientes días para llenarlos de vejez, que en cada arruga les quepa una carcajada y cuando tengan cien años hagan con sus tatuajes lo mismo que con sus lunares: amarlos por lo que significan. A mí me vas a ver cantar, bailar, reír como si se acabara el mundo, abrazar a los que quiero e ignorar a los que opinan cruelmente sobre otros que jamás le pidieron opinión. Me gusta la gente que se gusta, que camina segura por la calle, que se reconoce frente al espejo y se besa todas las mañanas. Me gusta la gente que está encantada de conocerse a sí misma, que asume que va a pasar toda la vida dentro del mismo cuerpo y tiene que amarlo. Y me gusta, más que cualquier otra cosa, ayudar a los que no se aman del todo, explicarles que son únicos, que nadie merece que se jueguen la dignidad en un torneo absurdo, que la vida es un viaje de paso que dura unos cuatro días y si dos de ellos son verano, pues habrá que ponerse bikini, bañarse en la playa y enseñar el ombligo, si es lo que te apetece.
Mira ven, repite conmigo: voy a quererme en otoño, en primavera, en invierno, y en verano, porque me lo merezco. El amor empieza hoy, bésate



                                  

-Imagen de @lei_di_ ¡Mil gracias, amiga!