Léeme:

Siguenos en Blogger Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter

domingo, 23 de octubre de 2016

Fuera llueve. Dentro cala.

Fuera llueve. Dentro también.

Están buceando las ganas de quererte entre las olas del miedo que me da cometer otro error. Nadar entre tus señales no se me da tan bien como a ti besarme las dudas. Igual me ahogo y me tiene que rescatar tu boca. Mojada también de lluvia, empapada de felicidad.

           He saltado los charcos de tus lágrimas para enseñarte que hay que amar las heridas del alma hasta que sanen. Pero otra vez me lleno de tormentas y veo nubarrones negros en una historia que comenzó con arcoíris. Los principios son la cosa más embustera del mundo. Te enseñan un par de fotos de cómo será tu futuro si lo empiezas, pero nunca te dicen que a veces acaba demasiado pronto. Y entonces rompes las fotos o las tiras al mar, para que se llene de agua salada la sonrisa en ruinas de los momentos felices. Esa que ya no está. 
Tu cama puede ser la balsa en la que navegan las lágrimas de un desamor de domingo. El que viene después de que naufraguen tus expectativas la noche del sábado. "Ya no, qué va, superado, para siempre". El océano que cabe en dos copas... Y..."le quiero aunque se me encharque el corazón". ¿Para qué mentirte hoy? que es sábado. Ya fingiré el lunes que sólo eres pasado. 

           Y por eso, yo no me caigo, yo me lanzo por una pendiente y hago piruetas en sus ojos llenos de amor. Ya me arrepentiré mañana, que es domingo. Pero hoy voy a dejar que me quieras, aunque sea mentira, y, voy a hacer como que te quiero, aunque sea la verdad más grande de mi vida. Tres, dos, uno...las luces de los faros que anuncian mensaje nuevo. Escribo no sé el qué. Ya lo leeré mañana, que será demasiado tarde. Ven y me rescatas, estoy nadando a contracorriente en mi proceso de superación. Hay besos que dan de beber a un corazón sediento de amor. Es mi caso cuando hablo de ti. 

        Nunca va a funcionar nuestra historia porque está llena de parches, pero, hoy, me abrazaría a cualquier palo en el que estuviera escrito tu nombre con tal de no abandonarte.
Te quiero. No de necesidad, ni de costumbre, ni de capricho.

Te quiero como un marinero que visita miles de puertos, y en todos se acuerda de ti.
Fuera llueve. Dentro cala.



viernes, 21 de octubre de 2016

El valor del todo.

    Yo creo que un viaje es también un abrazo en los brazos correctos. Y que no hay mejor destino que una mirada de apoyo. Que la esperanza puede ser una carrera por la cuerda floja si te encuentras sólo, o un paseo en barco si te anima tu propia tripulación. Yo creo que los bienes son importantes siempre que tengas con quien compartirlos, pero que, de lo contrario, todas las cifras suman cero. Que el “tanto tienes, tanto vales” es el refrán más incierto del mundo, porque quien sólo te valora por lo que posees jamás te ha querido. Que hay manos capaces de curar heridas con una sola caricia, y noches baratas con un valor incalculable en risas y amor. Yo he conocido el lujo de compartir mi vida con quien me hace sentir rica por lo que soy. Por eso, prefiero que me quieran sin fortuna, sin regalos y, especialmente, sin mentiras. Que me quieran en los doce segundos que me dura una carcajada y en los sesenta días que me dura un desamor. Que me quieran en lo bueno y me quieran en lo malo. Con el mejor de mis vestidos y desnuda de complejos. Que me quieran mucho y que me quieran fuerte, pero, sobre todo, que me quieran bien.



martes, 18 de octubre de 2016

Mi verdad favorita.

Todos mienten,
la perfección sí existe.

Y mienten,
Porque no te han visto reír en mi cama una mañana de domingo.
Porque no han sentido tu aliento en mi nuca oliéndome el pelo.
Porque no te han escuchado hablar de tus pasiones con esos ojos vehementes.
Porque no saben que cada una de tus cicatrices cuentan todo lo que callas.
Porque no les ha dolido el llanto de tu humanidad en su pecho.
Porque no han descubierto el concierto de juventud que supone tu risa.
Porque no han estudiado la tranquilidad de tu cara mientras duermes.
Porque no se han enamorado un poco más cada vez que te equivocas y pides perdón.
Porque no han bailado un tango en el cielo de tus manos.
Porque no han respirado el aire inmediatamente anterior a un beso tuyo.


Está claro, ellos mienten.
Y tú eres mi verdad favorita.




domingo, 16 de octubre de 2016

Podría, yo qué sé.

Podría mirar para otro lado cuando alguien me pregunte por ti, como si tu nombre ya no fuera la llama de mis recuerdos. Podría mirar las fotos que nos hicimos y gritarles que no se merecen la cara de enamorados que sacamos para lo efímeras que fueron. Podría, yo qué sé, jurar amor eterno al chico que se lo merece, entregarme a él, y proclamar a los cuatro vientos un amor que yo misma no me creo, una felicidad compartida que nunca me hizo sentir tan sola. Yo podría arrancar la hoja del calendario de tu cumpleaños para ver si así caes en la cuenta de que antes yo era el deseo que pedías al soplar las velas. Quizá debería obligar a mis ojos a mentir cuando al escuchar nuestra canción se les escapa una lágrima. Podría decir que no me interesa tu presente, mucho menos tu futuro, que casi ni fuiste pasado en mi vida. Podría, por ejemplo, jurar que no te quise tanto, que fuiste un capricho, uno más entre tantos. Pero ni con engañar al mundo, ni con engañarme a mí, ni fingiendo con otros, conseguiría, tan siquiera, quererte un poco menos. 


domingo, 9 de octubre de 2016

Contigo, tú.

Yo era una mujer valiente,
pero llena de miedos estúpidos
a cosas que nunca iban a pasar.
Y a tu lado aprendí
a transformar la oscuridad en belleza,
a ver en los días de lluvia
una invitación a tus brazos,
a llenar el silencio de voces
que siempre gritaban te quiero.
Contigo asumí 
que a veces te cabe la vida en un segundo
y se paran los relojes en un beso.
No sé si lo entiendes,
estar contigo es la ausencia de miedos.
Y dime si puede haber
una definición más bonita de amor que ésa.



martes, 4 de octubre de 2016

Conmigo de mí.

Que sí, que yo podría haber sido de otra forma. Más callada, menos boba, más recatada, qué sé yo. Que sí, que podría no haberme lanzado tan pronto a la piscina, y haber aprendido a nadar en la orilla en vez de a mar abierto. Que sí, que podría haberme enamorado despacito, con amortiguadores para los golpes, frenos de emergencia para las despedidas y airbag para los recuerdos felices que se chocan con la razón. Que sí, que podría haberme callado que te quería, haberme hecho la dura por más tiempo, y haberme esforzado un poco más en parecer menos eufórica ante el milagro del amor. Que sí, que podría haberme reído un poco menos, haber mirado con más disimulo, haber bailado más tranquila y no haber cantado jamás bajo la ducha. Que sí, que podría haberlo hecho y quizá me habría durado mucho más el amor, gozaría de un contador de errores a cero y tendría un número bastante inferior de cicatrices al que tengo. Pero entonces tú no te habrías enamorado jamás de mí, sino de otra, de muchas otras que no eran yo. Ni mis amigas tendrían tantas anécdotas conmigo, ni le habría dado a mi hermano motivos para reírse de mí entre bromas. Que sí, que yo podría haberlo cambiado todo, haberlo hecho del revés, diseñar planes de futuro a largo plazo y no arriesgar tanto. Pero ni yo sería yo, ni mis experiencias serían un triunfo.


Podría haber sido otra, pero elegí quedarme conmigo