Léeme:

Siguenos en Blogger Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter

sábado, 19 de marzo de 2016

Feliz día, papá.

Querida hija mía:

Permíteme que hoy sea yo quien te felicite a ti. Ser padre es el mayor privilegio que la vida me ha concedido, y observar tu evolución por cada una de las etapas de la vida, es todo un regalo. Ahora puedo ver con orgullo la mujer en la que te estás convirtiendo, y juro que tiemblo de miedo cada vez que pienso en la posibilidad de verte sufrir. En este día tan especial quiero pedirte que todo lo que hagas lo hagas de corazón, que ames y te dejes amar, pero que, principalmente, te ames a ti misma. Ya sabes pequeña que me he quedado cientos de veces a comprobar tu respiración mientras dormías, y que te he acunado en mis brazos muchas noches de pesadillas, por eso sé que no dudas que voy a estar cuidándote el resto de mi vida. Sé que nadie me va a parecer suficiente para mi niña, pero también confío en tu inteligencia y en la existencia de hombres buenos en el mundo. Por eso, aunque no deba, aunque no pueda, permíteme aconsejarte que elijas un acompañante que sepa mirar el mundo a través de tus ojos, que te regale una vida sin lujos pero tenga un abrazo preparado para ti cada noche. Mi niña, elige a alguien que se sienta orgulloso de ti al pasear de tu mano por la calle, que sepa que hay más mujeres guapas, pero que ninguna es tan bonita como tú, que no te falte el respeto y que sepa darte tu lugar siempre. Elige a un hombre valiente, arriesgado, un poco loco, que se juegue el tipo para que seáis felices juntos. Que ignore los comentarios de los demás y que no permita que nadie, ni siquiera yo, se entrometa en vuestra historia de dos. Prueba antes de elegir, no dudes que eres la única dueña de tu cuerpo, de tu piel y de tu vida. Disfrútala, hija mía, que pasa tan rápido que no te enteras. Elige a alguien que te quiera en la salud y en la enfermedad, que aguante tu mal humor los días de frío y se ría tanto como yo cuando amaneces despeinada. Un hombre que soporte tu carácter, que disfrute de tu rebeldía, de esa costumbre tuya de no callarte nunca nada de lo que piensas, y de esa delicadeza con la que haces todo. Pequeña, yo te eduqué para que fueras feliz, para que fueras cualquier cosa que quisieras ser, sin importarte las veces que tuvieras que mancharte el vestido para conseguir tus sueños. Te prometo que no hay mayor logro que cada sonrisa que me regalas, no dejes que venga ningún hombre a robarte lo que más feliz me hace en el mundo. Hija, yo he construido cohetes sólo para que tú vieras las estrellas, y me he enfrentado a monstruos, a bichos, a decepciones, a agobios, a fracasos, y a mi propio miedo a no hacer lo correcto contigo. Espero que haya servido para que te sientas querida, espero que, pese a los errores, que seguro que he cometido, te vayas a dormir cada noche consciente de mi amor y de mi orgullo. A él no le pido otra cosa que esa, no le pido nada más que que no destruya lo que he creado, que te bese mucho, aunque sea delante mía, pero que jamás se juegue tu suerte al azar. Y que no me tema, que sepa que sólo quiero verte cantar en las mañanas, y que si lo consigue, encontrará en mí a un amigo, a un apoyo, a un compañero. Y a ti, pequeña, ya sé que a veces eres un desastre, pero, por favor, no le vuelvas loco y no seas demasiado exigente con él, acepta sus manías, sus defectos y sus gustos, y no caigáis en el error de sembrar dudas en el jardín de la alegría. Y, de la misma forma, te apoyaré si eliges no compartir tu vida con ningún hombre, o si simplemente no encuentras a aquel que te merece o te entiende. No cometas el error de atarte a la cadena de la costumbre, del dolor o de la soledad estando en compañía. No olvides que yo estaré siempre esperando un beso tuyo.

Y que sepas pequeña, que aquí tendrás siempre los brazos de papá para cuando tengas pesadillas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario