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lunes, 21 de marzo de 2016

La primavera eres tú.

Tengo todo esto lleno de caricias. Y qué desastre tan bonito. 
Ha sido el primer año de mi vida que he tenido miedo real a que se me enquistara un invierno de manera indefinida. Tanto miedo que durante meses busqué como una loca algún resquicio de sol, pero sólo quedaban lágrimas que todo lo hielan. Debe ser cierto eso de el tiempo sana las cicatrices, porque ahora hay caricias donde antes hubo heridas. Y lloro nuevamente de emoción, porque no me creo que la felicidad sea a veces tan sencilla. He comprado libros y flores tras un paseo bajo el sol, ayer me bebí una copa con mis amigas, y me han hecho el amor diez poemas en el último mes. He renunciado a todas las guerras que no me ofrecen alternativa pacifista, y dibujo faros cada vez que hay tormenta. Ya hace sol y la primavera no va a tener que salvarme, porque he conseguido salvarme sola. No os podéis ni imaginar cómo quiero a los que quiero y cómo les agradezco que se rían en mi risa. Mi abuela me ha dicho que estoy más guapa que nunca porque ahora sí le hablan mis ojos de felicidad real. He preparado mi comida favorita y vienen a comer mis sobrinos, qué palabra tan completa, tan enorme, tan llena de amor. El trozo lleno de vida de mi propio hermano.
Ayer me besó un chico con barba y me dijo: "deja de buscar su rastro, la primavera eres tú". Soy feliz, y creo que no existe poema más bello que ése.



                                 

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