Léeme:

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jueves, 8 de diciembre de 2016

Y sin embargo...

Es cierto, no fue amor.
Fue tocar el cielo con la yema de los dedos,
volar sobre los rascacielos de Madrid,
sentirme invencible aterrizando en tu boca.

No fue amor.
Fue declararle la guerra al invierno, 
morir abrazados en una cama de 90,
bebernos a besos en todas las esquinas de la ciudad.

No fue amor.
Fue reírnos de la rutina más aburrida,
encontrarme contigo por casualidad,
dibujar con tus miradas las cosquillas de mi ombligo.

No fue amor.
Fue guardar todas nuestros momentos como oro en paño,
renunciar a cualquier compromiso que me alejara de ti,
defender tu vida como si fuera mi misión en el mundo.

No fue amor.
Fue la definición más exacta de felicidad,
la sensación más intensa de plenitud,
el deseo más sincero de eternidad.

No fue amor.
Porque yo jamás puse tu número en favoritos,
porque tú nunca me regalaste flores,
porque nadie creyó en lo nuestro.

Es cierto, no fue amor,
y, sin embargo,
nunca al amor
le llegó tan tarde el olvido.



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