Léeme:

Siguenos en Blogger Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter

miércoles, 7 de septiembre de 2016

El tiempo.

Dentro de algunos años yo seré una mujer responsable, quizás algo loca todavía, segura de sus decisiones y firme al caminar. Dentro de algunos años tú serás todo aquello que te propongas, tendrás la suerte de dedicarte a lo que te gusta y seguirás manteniendo aquellas manías que tanto me desesperaban a veces. Yo me levantaré amando cada día más mi profesión, habrán dejado de importarme las insignificancias que me importaban cuando te conocí, daré más besos a las personas que quiero, y se me habrá borrado el rubor de las mejillas al escuchar el nombre de alguien especial. Tú te quejarás de cosas diferentes a las de ahora, pero seguirás riéndote a carcajadas por pequeños detalles cotidianos y llenando a tus amigos de abrazos cálidos cuando lo necesiten. Dentro de algunos años a mí me seguirán brillando los ojos al mirar a la persona de la que estoy enamorada, tendré un mayor número de fracasos a las espaldas y algún que otro triunfo incomparable, tendré el pelo más corto y, quizá, la casa de la que tanto te hablé en el sitio donde nosotros sabemos. Dentro de algunos años, quién sabe si 10 o 15, tú seguirás regalando sonrisas como método infalible de seducción, mantendrás aquellos miedos irreconocibles que yo sabía ver en tus pestañas y, seguramente, aunque te habrás cansado de arreglarte la barba cada día, seguirás conservando ese vicio presumido de atusarte el pelo.

Dentro de algunos años seremos otros, diferentes a los que se conocieron siendo tan jóvenes que el amor les daba miedo, y, a la vez, igual a aquellos que se despidieron sin conseguir jamás desprenderse de esa mirada recíproca de amor que se dedicaban cada vez que se cruzaban.

Es cierto, los años pasan rápido y, dentro de poco, habremos crecido tanto que todo lo que fue importante habrá pasado a convertirse en anécdota, quizá, por suerte o por desgracia, también pase así con nuestra historia. En una de esos giros inesperados que da la vida, puede que volvamos a enamorarnos con fervor, que elijamos un compañero de viaje maravilloso y que, tú y yo, pasemos a ser sólo una colección de fotos color sepia adornando un pasado repleto de amor, besos, arrebatos e inexperiencia. Un pasado que dolió, que vibró de emociones, que estalló de alegría, que hizo que se tambalearan los pilares de nuestros proyectos más sólidos, pero que nos hizo inmensamente felices.

Pero, lo que no quisiera, lo que más me asusta del paso del tiempo, es que en algún momento de nuestro futuro nos demos cuenta de que las decisiones más importantes de nuestra vida las hemos tomado con el despecho y el reproche en la mano. Lo que de verdad me aterra, es que nos veamos un día, quién sabe dónde, y caigamos en la cuenta de que hemos dejado hablar al orgullo en tantas ocasiones que acallamos lo que nuestro corazón decía de por vida. Lo que me espanta tanto que me hace temblar, es que me equivoque al elegir alguien a sabiendas de que nunca serás tú, a sabiendas de que cargaré indefinidamente con el peso tedioso de comparar todo lo que esté por venir con aquello que ya viví contigo. Lo que me da pánico es que me choque contigo una tarde cualquiera, y se nos tambalee el pasado con tanta fuerza, que nos arrepintamos por no habernos permitido el lujo de crear un futuro juntos, cuando los únicos inconvenientes pasaron a ser anécdotas, cuando lo verdaderamente importante, el amor, jamás nos pasó de largo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario