Acercaros, voy a explicaros
ciertos detalles de mi vida que tal vez no conozcáis. Voy a explicaros que
detrás de cada decisión hay una reflexión previa, que ninguno de mis gestos se
deben al azar. Voy a contaros que cuando pido perdón, lo pido de corazón, pero
que cuando no lo pido es, realmente, porque no considero que haya cometido
ningún error para ser perdonada. Y que cuando grito lo hago porque necesito que
se escuchen las palabras que me ahogan en silencio, y esas otras a las que
nadie presta atención cuando hablas bajito. Voy a explicaros que si me callo
ante determinadas críticas no es porque sea sumisa, es porque me son
indiferentes ciertas apreciaciones dañinas. Verás, sé que hay veces que me hago
la tonta y miro para otro lado, pero hay discusiones que me dan más pereza que
rabia. Si sonrío cuando lo recuerdo, es porque me siento plenamente orgullosa
de lo que he hecho, y de lo que no, también. No entiendo por qué hay personas a
las que les cuesta tanto vivir en coherencia consigo mismas, no entiendo que
den tantas explicaciones al gentío, ni
que cuestionen sus propios sentimientos porque no sean del agrado de terceros.
Yo amo, y amo con todo el alma, aunque ese amor cause estragos en una
civilización entera, aunque me toque después lamerme las heridas durante meses.
Y, cuando no amo, cuando no quiero, cuando ni siquiera me gustas, ni me
agradas, aún así, te respeto, porque no concibo otra forma más sana de
convivencia que esa. Ya ves, que para mí la armonía no es otra cosa que aceptar
las diferencias, y dormir tranquila por las noches. No sé si vas a entender que
mis pecados son sólo cosa mía, y que, me los como a besos cada mañana, porque
para eso son míos y me han llevado a ser lo que soy. La cabeza bien alta mi
vida, los errores en el currículum de una vida intensa y la conciencia, la
conciencia meciéndose en la cuna donde descansan las personas de carne, hueso y
defectos. Ahí, donde la gente es bella por no ocultarse, por no taparse, por
dar la cara y ser valiente. Donde se ríen las gracias y se suprime la maldad.
En el hospital de los abrazos a la gente que quieres, ahí quiero que me
ingresen para el resto de mis días. Todos, cariño, hemos pasado noches sin
dormir, y nos hemos tropezado en una misma piedra siete veces, una por cada
vida, pero siéntete feliz de que tus errores sólo puedas reprochártelos a ti
mismos, de que tus decisiones sean sólo tuyas, y tus aciertos también.
Atrévete
hoy, que mañana te van a juzgar igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario