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domingo, 8 de enero de 2017

Carta a mi sobrino.

Hola bebé:
Esta carta recopila tan sólo una mínima parte de todas las palabras que te dedico cada día, a pesar de que tú todavía no puedas entenderme.
Te escribo, por si con el paso de los años, me olvido de alguna de las premisas que me prometí el día en el que me dijeron que estabas en camino. Ese día lo recuerdo como una nube de algodón mullidita a la que me subieron para anunciarme de que existía un privilegio todavía más hermoso que el de tener un hermano, y ese era, únicamente, el de que mi hermano me diera un sobrino. Sobrino, que palabra tan completa, tan bella, tan repleta de amor; el fruto lleno de vida de mi propio igual.
Quería decirte que desde que supe que venías en camino he procurado, cada día, ser una mejor persona, con el único fin de otorgarte un pedacito de mundo mucho más justo y bonito. Siento si a veces no me sale del todo bien, pero hay tanto por aprender que me asusta y me emociona a partes iguales. Tienes la piel nueva, sin cicatrices ni experiencias, pero déjame decirte que yo no quiero meterte en una burbuja para que jamás corras riesgos, quiero que vivas tu vida con prudencia, pero, sobre todo, con felicidad. Que arriesgues para hacer realidad tus sueños, y confíes en que la suerte es un valor al alza que depende de ti mismo.
Me da igual si con el tiempo te pareces a papá, a mamá, o incluso a mí, porque lo que más deseo es que seas tú mismo y no te compares jamás con nadie. Tus padres tampoco quieren que seas como ellos, reconocen sus aciertos y fallos y confían en que tú tengas los tuyos propios. Un niño no tiene que ser el reflejo de nadie, sino un ser único, querido, respetado y admirado por lo que es.
Te quise desde antes de saber que ocupabas un diminuto sitio en esa barriga que tantas veces llené de cosquillas, y sé que ninguna ilusión será comparable al día en que te oiga llamarme tía.
Ojalá que llores, que llores fuerte y alto todo lo que necesites. Que entiendas que las personas valientes no son las que menos lloran, sino las que menos arriesgan. Ojalá que dudes y pidas consejo, y  que seas honesto para reconocer tus fallos y amarte con todos ellos. Valiente, también, para perdonarte y perdonar, para asumir decepciones y bucear entre inseguridades.
Yo mataré tus miedos durante todo el tiempo que me sea posible, y espero que encuentres en mis brazos el escondite perfecto en los días de tormenta. Pero sé, que aunque yo vaya a estar esperándote siempre, llegará un momento en que tus miedos sólo puedan ser vencidos por ti mismo, en esos momentos yo quiero ser el consuelo, el abrazo cálido, la palabra de ánimo.
Ojalá que te sientas el ser más querido y pidas todos los besos que necesites, pero jamás te sientas obligado a dar uno que no quieres. Que no te enseñen a ser sumiso, ni a obedecer prejuicios sociales, que pienses por ti mismo y elijas siempre tus propias ideas. Pequeño, que seas buena persona y vivas acorde a tu identidad personal.
Ojalá que perdure en tus ojos la inocencia bendita de la infancia y me peses en los hombros durante muchas cabalgatas de Reyes, porque tu mirada de ilusión es el regalo más valioso que me han hecho nunca. 
Quiero que sepas que habrá que regañarte, aconsejarte, guiarte, y que esas serán las mayores muestras de amor que tus mayores te darán, porque a través de ellas te regalarán educación, respeto y valores cívicos. Después de eso, elige. Sí, mi amor, sopesa y elige por ti mismo la profesión de tu vocación, el amor de tu vida, la ciudad de tus sueños. Sé libre y vuela altoNo te olvides de que tu tía podrá ser siempre tu hogar, tu refugio y tu luz.
Por último, quiero pedirte perdón por los errores que seguro cometeré y rogarte que entiendas que este tipo de amor es tan nuevo y maravilloso que me tiembla hasta el alma.

Tan pequeño como eres, has sido capaz de crear en mí el amor más grande.


1 comentario:

  1. He llorado como niña, al leer esta hermosa carta... No hay nada que no haría por mis sobrinos

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