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lunes, 11 de junio de 2018

Lo estás consiguiendo.


Tienes un pinchazo en el lado izquierdo del pecho. Un pinchazo que late con cada minuto que corre en tu contra, quién sabe si a tu favor. Un pinchazo por cada decimal que necesitas para entrar en esa carrera, o en esa Universidad, para aspirar a una nota media tasada en función del número de alumnos que aspiran a un futuro similar al tuyo. ¿Recuerdas cuando le decías a tu madre que querías ser médico y salvar vidas? ¿Y de aquel día que construiste tu primer mecanismo en tecnología y decidiste que querías ser ingeniero? Y tú, ¿te acuerdas cuando le contabas a tu hermano que tu sueño era ser abogado para defender a los demás de las injusticias? ¿O cuando te abriste un blog para ir abriéndote paso en el mundo del periodismo? Yo sí. Yo me acuerdo de la voz de mi conciencia susurrándome que me levantara a horas intempestivas para repasar una vez más un temario molido. Recuerdo el agotamiento debajo de mis ojos y los bostezos en el autobús de camino a un examen. Recuerdo las manos temblando antes de darle la vuelta al folio, los subrayadores de colores infinitos y el primer café de la mañana. Pero, sobre todo, recuerdo a mi amiga abrazándome después de un examen, a mi padre diciéndome que estaba orgulloso de mí, a mi abuela preocupándose por si comía y dormía en condiciones. Recuerdo a todos los que forman mi vida y me han demostrado durante los meses de esfuerzo, sacrificio, sudor y lágrimas que mi vida es mucho más que una nota, que se compone de apoyo y cariño, de besos salvavidas y palabras de suerte. Por eso, hoy quiero decirte que te calmes y respires profundo, que te enorgullezcas de tu esfuerzo y, como ya te dije una vez, que no te rindas. Que no te rindas porque estás empezando a vivir y tienes por delante una carrera larguísima de triunfos y derrotas, de alegrías y sinsabores, de logros y decepciones. Una carrera que te formará como profesional y te enseñará los conceptos básicos para desarrollar una labor con la que llevas soñando más de media vida. Y que, además, te aportará otras innumerables aptitudes para hacer frente a las adversidades laborales y personales, porque las habrá, pero estoy segura de que sabrás superarlas si consigues mirar cada dificultad como una oportunidad de mejorar y no te cansas de intentarlo. La vida es la acción de vivir y no hay mayor triunfo que aprovecharla al máximo. No te rindas, porque, aunque no lo creas, ya lo estás consiguiendo.




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