Tienes un pinchazo en el lado izquierdo
del pecho. Un pinchazo que late con cada minuto que corre en tu contra, quién
sabe si a tu favor. Un pinchazo por cada decimal que necesitas para entrar en
esa carrera, o en esa Universidad, para aspirar a una nota media tasada en
función del número de alumnos que aspiran a un futuro similar al tuyo.
¿Recuerdas cuando le decías a tu madre que querías ser médico y salvar vidas? ¿Y
de aquel día que construiste tu primer mecanismo en tecnología y decidiste que
querías ser ingeniero? Y tú, ¿te acuerdas cuando le contabas a tu hermano que
tu sueño era ser abogado para defender a los demás de las injusticias? ¿O
cuando te abriste un blog para ir abriéndote paso en el mundo del periodismo? Yo
sí. Yo me acuerdo de la voz de mi conciencia susurrándome que me levantara a
horas intempestivas para repasar una vez más un temario molido. Recuerdo el
agotamiento debajo de mis ojos y los bostezos en el autobús de camino a un
examen. Recuerdo las manos temblando antes de darle la vuelta al folio, los
subrayadores de colores infinitos y el primer café de la mañana. Pero, sobre todo, recuerdo a mi amiga
abrazándome después de un examen, a mi padre diciéndome que estaba orgulloso de
mí, a mi abuela preocupándose por si comía y dormía en condiciones. Recuerdo a
todos los que forman mi vida y me han demostrado durante los meses de esfuerzo,
sacrificio, sudor y lágrimas que mi vida es mucho más que una nota, que se compone de apoyo y cariño, de besos
salvavidas y palabras de suerte. Por eso, hoy quiero decirte que te calmes
y respires profundo, que te enorgullezcas de tu esfuerzo y, como ya te dije una
vez, que no te rindas. Que no te rindas porque estás empezando a vivir y tienes
por delante una carrera larguísima de triunfos y derrotas, de alegrías y
sinsabores, de logros y decepciones. Una carrera que te formará como
profesional y te enseñará los conceptos básicos para desarrollar una labor con
la que llevas soñando más de media vida. Y que, además, te aportará otras
innumerables aptitudes para hacer frente a las adversidades laborales y personales,
porque las habrá, pero estoy segura de que sabrás superarlas si consigues mirar
cada dificultad como una oportunidad de mejorar y no te cansas de intentarlo. La
vida es la acción de vivir y no hay mayor triunfo que aprovecharla al máximo. No te rindas, porque, aunque no lo creas, ya
lo estás consiguiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario