Se
preguntarán algunos de ustedes el motivo de la ausencia. Intentarán ponerle
nombre; situarla en la frontera del drama, o, quizá, por qué no, calificarla de
alegre egoísmo.
Eso,
tan solo, si alguno de ustedes, en algún rincón del planeta, aunque sea por
unas milésimas de segundo, ha echado de menos mis letras. Sigo viva. Más viva
que nunca.
Y ahora
sí, permítanme que les tutee:
Llevo
días pensando en las palabras acertadas para retomar un espacio que es más
vuestro que mío. Intentando descubrir si era mejor anunciar que volvía para
quedarme o, simplemente, volver para ventilar el pasado.
Han
sido, en total, dos meses de absoluta ausencia. Dos meses de desintoxicación,
de limpieza, de aires nuevos y frescos, de vientos totalmente necesarios. No ha
sido, en cambio, una ausencia programada o impuesta. Llegó sola, como llegan
todas las cosas importantes de la vida: tras mucho sacrificio, pero cuando
menos las esperas.
Me he tirado años escribiéndole a amores que se iban y volvían,
a luces intermitentes a las que yo me quedaba mirando embobada, a dolores que
se convertían en herida, y cuya costra yo misma me empeñaba en levantar una y
otra vez. He tenido rachas en las que divagaba por
cualquier estación creyendo que yo tenía que ser el cartel que anunciaba las
llegadas, o el que contaba las salidas, pero sin sentirme jamás el tren por el
que otros corren o el destino por el que merece la pena esperar. Puede que
suene triste, pero no miento si digo que yo he sido feliz, casi siempre, en
medio de tanta espera.
Así,
entre unas cosas y otras, en medio de letras que se me clavaban con la misma
intensidad que me ayudaban a liberar el dolor, abrí este blog que lleva en
funcionamiento más de dos años. Este blog que me ha hecho vivir la experiencia
del contacto transfronterizo, de corazones latiendo simultáneamente en partes
muy diversas del mundo, de lágrimas que siempre desembocan en océanos comunes,
de desahogo y emoción. Este espacio que hoy cuenta con 67.189 seguidores, a los
que agradezco infinitamente su tiempo y su lealtad.
Y poco
a poco, durante estos años de vida del blog, yo fui creciendo con él,
descubriéndome e intentando ser mejor con las personas que me rodean y conmigo
misma. Ahora sé que la vida va de caerse y levantarse con más fuerza. De tener
miedos y reconocerlos humanos, pero también de afrontarlos y no dejar que nos
sobrepasen. Que la vida va de perdonar
sin dejar que te pisoteen, de aceptar a la gente que entra en tu vida para
ponerla amablemente patas arriba, pero también –y nunca olvidaré esto- de
marcharse o dejar ir sin mirar atrás. Y al darme cuenta de esto empecé a
soltar lastre, a dejar de esperar para iniciar mi propio camino, ya sea en
tren, andando, o a gatas si hace falta.
Perdonadme
la ausencia, pero he estado riéndome de todo y llorando por algunas cosas.
Descubriendo los hombros que se prestan a mi llanto y las bocas que se entregan
con mi risa. Besando con ganas, mirando con complicidad. Arriesgando con vehemencia, ganando con valentía, perdiendo con
dignidad. Descubriendo un amor nuevo, más puro y más incondicional que los
anteriores. Rehaciendo prioridades y
deshaciendo prejuicios. Aprendiendo
que nadie va a perderse por mí lo que yo me estaba perdiendo por otros.
Desarrollando la paciencia para conmigo misma.
Y sí,
también me he hecho mil fotos con la gente que quiero y que me quiere; he
viajado por placer y he dado abrazos en ciudades maravillosas. He abierto los
ojos para observar aciertos y errores, propios y ajenos. Y he abierto los
sentidos para desmitificar el mito y humanizar el ideal.
Estaba dándome tiempo, comprendiéndome, perdonándome,
arriesgándome, conociéndome.
Perdonad
la ausencia, es que estaba viviendo.
Más feliz que nunca de volver a verte por aquí😄 Bienvenida a tu ciberhogar.
ResponderEliminarGracias Yiyi. Bienvenida a ti también de nuevo, a este ciberhogar conjunto!
Eliminar