Queridos Magos de
Oriente:
Este año he sido buena, entendiendo por buena a una mujer
llena de defectos y virtudes que ha procurado no hacerle daño a nadie y ha
aprendido a no hacérselo a sí misma con sus actos y decisiones. Una mujer que
se ha caído y se ha levantado en múltiples ocasiones, tratando de no arrastrar
a nadie al suelo con ella y buscando ayudar a levantarse unas cuantas veces a
los que siempre son paracaídas en su vida. Buena, que no quiere decir santa ni
perfecta, ni un proyecto de mujer diez.
Majestades, quien aquí suscribe ha errado más de una vez
durante estos 365 días, pero no le duele la boca por pedir perdón ni el corazón
por perdonar. Es mi propuesta, como siempre, mejorar y crecer como ser humano,
respetar la diversidad y ampliar la mente con opiniones divergentes. Es mi
voluntad, por principios, respetarme a mí misma, a mi libertad y a mis
sentimientos, cada día de cada mes que compongan el siguiente año.
Por ello, Magos de Oriente, después de esa aclaración, me
permito el privilegio de escribir una carta que contiene mis deseos más
profundos. He decidido hacerlo con tiempo para que podáis intentar conseguir
todo lo que en ella pido, y, sobre todo, para que me deis fuerzas a mí para lograr
muchos de estos anhelos.
En primer lugar, quiero pediros que a mi madre no le
falte la sonrisa de ilusión de un niño, que honremos en cada detalle todos los
que ella cuidó y mimó en su día para que nuestra infancia fuera un rincón de
dicha y felicidad. También quería pediros que mi padre tenga los ojos
brillantes de orgullo y emoción por cada uno de los logros de sus hijos y que
el futuro le depare una vejez tranquila. No me olvido en esta carta de mis
hermanos, para quienes os pido paz y proyectos felices, para que puedan seguir
siendo el refugio necesario en cada una de mis tormentas.
Majestades, os pido que los niños crezcan sanos,
fuertes y llenos de amor, que su risa sea como el alivio de la lluvia en el
desierto, como el abrazo que abriga. Que sus ojitos pequeños sigan rebosando
ilusión al veros cada año en vuestra Cabalgata y se sepan cobijados y cuidados
entre la multitud.
Majestades, os pido que el amor sea sano y real, que no
se disfrace de lo que no es ni se use para manipular. Por favor, que nunca se
nos olvide el amor propio, y que reguemos cada día el respeto a nosotros
mismos, porque sólo el que se quiere a sí mismo puede querer bien a los demás.
Os pido, más que cualquier otra cosa, salud. Salud física
y salud mental y emocional para afrontar una vida llena de estrés, caos y
prisas. Que se mejoren los que enfermaron en 2018 y se invierta en
investigación para que evolucionen todas aquellas enfermedades que tanto
progreso necesitan. Que no olvidemos la relevancia de las enfermedades raras y
el dolor de quienes piden avances en su tratamiento y prevención. Que
adquiramos conciencia de que lo más importante está dentro de nosotros mismos y
debemos luchar por mejorar. Salud para cumplir el resto de propósitos.
Ya concluyo, Majestades, porque sé que tenéis muchas
cartas que atender, pero me gustaría, por último, pedir que confiemos en la
posibilidad de un mundo más justo y mejor. Que empaticemos con el de al lado y
ofrezcamos nuestra ayuda a quien la necesite, que no seamos indiferentes al
dolor del compañero y trabajemos para no llenar de odio los huecos en los que
sólo debería caber el amor.
Con todo mi cariño, una mujer que siempre será niña el 6
de enero.