Ya se
sabe que cuando menos te lo esperas va la vida y te sorprende. Que no hay
ciencia más exacta, y a la vez más incierta, que la del amor. Que te tiras años
esperando a que llame a tu puerta la persona amada y al final, asoma por la
ventana quien menos te podrías imaginar. En el momento justo, en ese en el que
ya habías tirado la toalla o te la habías puesto a modo de capa de
invisibilidad para no dejar que nadie volviera a conquistarte para luego
hacerte daño. Que de repente te ves a ti
misma llorando, pero de la alegría. Renegando de aquella mujer temerosa que
se había negado para siempre al amor, confesando entre copas a tus amigas que,
sin saber cómo ni porqué, ha vuelto a pasar. Y te ves corriendo a mirar el
móvil para leer un mensaje inesperado, dedicando miradas cómplices a unos ojos
hasta hace poco desconocidos, sonriendo en mitad de la madrugada, perdiendo el
sentido de las horas y dirigiendo tú las manecillas del reloj de tu propia
vida. Un día llega alguien que merece la alegría y consigue que todos tus
escudos se escurran por la alcantarilla de la felicidad. Porque él no es igual
a aquel que te hizo daño, es justamente lo contario a todos los anteriores, ya
sabes, es más sonrisas y menos pena. Y, sobre todo, lo mejor, es que no tienes
que compararle con nadie, porque de repente, de golpe y plumazo, dejan de
existir los demás. Las heridas se
convierten en cicatrices, los complejos en besos y la cobardía en ilusión. Y
lo que tenga que pasar después que pase, pero que este ratito de dicha ya es
sólo tuyo, entero para ti. Que la vida es efímera y mejor llenarla de recuerdos
bonitos y de personas buenas, que mejor cumplir experiencias y no solo años.
Ya
ves, un día de repente te pasa a ti. Tú que creías que esta vaina ya no bailaba
contigo, tú que eras sumamente feliz sola, que no querías ni escuchar canciones
de amor, tú que tenías miedo al compromiso y lo negabas entre risas. Tú, si tú, te está pasando el amor y esta
vez no es de largo, esta vez se queda a tu lado. ¿Y sabes qué? Esto no es algo
excepcional, esto te pasa porque te lo mereces, porque debía haber un premio
con tu nombre que te hiciera olvidar los malos ratos, porque ahora sí te
quieres lo suficiente para conocer tus límites y ampliar tu libertad de la mano
de alguien que te enseñe a volar. Tú, no mires para otro lado, que esto va
por ti. Hazme un favor, disfrútalo. Sonríe. Y no olvides nunca que los sueños pueden convertirse en realidad.
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