Te dicen tarde que ser feliz también implica irse, decir basta, mudar la
piel por otra nueva. Te lo dicen tarde. Te
dicen tarde que no hay causa suficiente que justifique que te autodestruyas.
Te lo dicen tarde, a veces nunca. A veces tienes que darte cuenta tú solo y
abrir mucho los ojos tras chocarte contra el hormigón por ir sin frenos. Te lo
dicen tarde y ya estás destrozado cuando logras escuchar una verdad que duele.
Y es que nos han enseñado que rendirnos es de cobardes y de fracasados. Y no,
mi vida, nada de eso.
Rendirse supone tragarse el orgullo, bucear en tus
propias necesidades, y darle la espalda a lo que más has querido porque hace
tiempo que te olvidaste de quererte a ti mismo. Rendirse es un ejercicio de amor propio absolutamente necesario en algunas
ocasiones. Y al diablo con la toalla, la
tiro porque me está ahogando desde hace mucho tiempo. Pero te lo dicen
tarde, y el grito llega ya a la desesperada, como un huracán que lo arrasa
todo. Rendirse, también implica crecer y eso no lo cuenta nadie. Conocer tus propios límites, arriesgar,
perder, ganarse. Y entender que cuando se ha dado todo, no queda nada más por
dar. Que sólo queda recoger los pedazos de tu historia y guardarlos en el
baúl de los finales rotos. Porque esa es la única manera de que te entreguen
las piezas para construir un puzzle nuevo.
Porque quien te quiere no te hace esperar, no te deja
sufrir, no tolera que pierdas tu amor propio. Quien te quiere no te pide que luches, se queda a luchar contigo. Y cuando
entiendes eso, cuando por fin te das cuenta de que no merece la pena competir
por alguien o algo que jamás tuvo la valentía de quedarse contigo o de dejarte
ir del todo, vuelves a mirarte a ti mismo con el amor que nunca debió faltarte:
el propio. No, no vivo en un ring de
boxeo y no pienso seguir luchando por alguien o algo que contraataca cuando
menos me lo espero, porque uno de los golpes puede ser emocionalmente mortal,
porque el alma también se rompe y sangra, y eso no se cura con puntos de
sutura. Hoy me he rendido tras los mensajes de alarma de mi propio cuerpo, y he
descansado como si llevara media vida corriendo descalza por el asfalto y al
fin encontrara una cama caliente. Ríndete siempre que quieras, y con quién quieras, ríndete en todo aquello que no suponga ganarte a ti misma. Duerme tranquila, que ya no tienes que
preocuparte por la seguridad de tu espalda, protege ahora tu frente y mantenla bien alta siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario