Hoy vengo a reivindicar todas y cada una de mis cicatrices y el derecho a
enseñarlas.
Estas estrías son heridas de guerra, siento que no te gusten cuando las veas,
a mí, en cambio, me encantan, porque implican un triunfo, un logro, una
transformación en la que mi cuerpo sufrió para acomodarse después en la misma
piel. También lamento que cuando me ves en traje de baño te empeñes en juzgar
mis kilos de más, o mis kilos de menos, yo me miro al espejo y veo una persona
orgullosa de sí misma, que se quiere, se respeta y se valora. Ni me faltan, ni
me sobran centímetros y cuando me pongo tacones es, exclusivamente, para pisar
más fuerte, porque lo que es la cabeza no puedo tenerla más alta. A veces
llueve y se me encrespa el pelo como si fuera un león, hay quien saldría
corriendo, pero a mí me gusta ser una leona que baila bajo la lluvia. No me
maquillo para ti, ni para otro, ni para nadie. Me gusta lo que soy recién levantada
y hay días que me gusto aún más con un poco de máscara en las pestañas en las
que se mecen mis sueños. Yo escribo mucho, leo mucho y hago deporte otras
tantas veces, pero no las suficientes para que llegue julio y mi piel sea
absolutamente tersa. La celulitis se empeña en acompañarme, ¿y qué? No me
importa porque no espero que nadie me vea perfecta, no quiero ser perfecta
porque me costó años aprender a amar todas y cada una de mis imperfecciones,
las que me definen, las que me hacen especial, las que me diferencian de una
copia absurda de otros. Yo he amado con defectos, he besado cicatrices, he abrazado los complejos de otros, y, por eso quiero que me amen a mí de la misma forma. Sobre la gente con tatuajes, te digo lo mismo, que sí,
que ojalá se arruguen muchísimo, que la vida les regale los suficientes días para
llenarlos de vejez, que en cada arruga les quepa una carcajada y cuando tengan
cien años hagan con sus tatuajes lo mismo que con sus lunares: amarlos por lo que significan. A
mí me vas a ver cantar, bailar, reír como si se acabara el mundo, abrazar a los
que quiero e ignorar a los que opinan cruelmente sobre otros que jamás le
pidieron opinión. Me gusta la gente que se gusta, que camina segura por la
calle, que se reconoce frente al espejo y se besa todas las mañanas. Me gusta
la gente que está encantada de conocerse a sí misma, que asume que va a pasar
toda la vida dentro del mismo cuerpo y tiene que amarlo. Y me gusta, más que cualquier
otra cosa, ayudar a los que no se aman del todo, explicarles que son únicos,
que nadie merece que se jueguen la dignidad en un torneo absurdo, que la vida es un viaje de paso que dura
unos cuatro días y si dos de ellos son verano, pues habrá que ponerse bikini,
bañarse en la playa y enseñar el ombligo, si es lo que te apetece.
Mira ven, repite conmigo: voy a quererme en otoño, en primavera, en
invierno, y en verano, porque me lo merezco. El amor empieza hoy, bésate.
-Imagen de @lei_di_ ¡Mil gracias, amiga!
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